Actualmente, toda pintada de amarillo y blanco por voluntad de autoridades y vecinos, mantiene una imagen de elegancia y encanto de épocas pasadas que la singularizan y definen con aire señorial en el contexto regional. En sus pulcras calles estampadas, calesas tiradas por caballos llevan al visitante por un recorrido de encanto por sus plazas y parques y sus históricos suburbios. De noche, la ciudad ofrece una experiencia singular, al contemplar una estrellada bóveda celeste recortada por los perfiles de sus pirámides, templos y casonas coloniales; sombras que parecen despertar de un sueño de centurias.

